Cada vez que leo la columna de Jaime Bayly en el diario Perú 21 los días lunes, y admito que la leo a primera hora todos los lunes, así como cuando observo su programa televisivo El Francotirador en Frecuencia Latina los domingos por la noche, y reconozco que veo el programa casi todos los domingos, termino concluyendo que Bayly es un camaleón, un singular camaleón.
Es frívolo cuando quiere serlo, es serio cuando la circunstancia lo requiere, es un inquisidor español cuando interroga. Es un caballero de la mesa redonda cuando se trata de proteger a los débiles, especialmente a los niños. También puede ser burlesco, irónico o destructivo; contra uno, contra todos, incluso contra si mismo.
Si le buscamos parecido a alguien debemos concluir que es una variación de Pedro el lobo, pues proclama a los cuatro vientos que es bisexual, que es gay. Mucha gente, sin embargo, no se lo cree. “¡Bah! Es un invento de Bayly para aumentar su rating”. Para estos, Jaime Bayly es un heterosexual escondido en el armario que finge ser bisexual.
Y así, echando capa sobre capa de ambigüedades sobre su persona, Jaime Bayly ha logrado su propósito: se ha convertido en un enigma.
“Will the real Mr. Bayly please stand up!”
Permanezcan tranquilos, amigos. La espera puede durar mucho tiempo y quizá Bayly se lleve el secreto al otro barrio, con su risa socarrona. ¿Es que se requerirá de una piedra de Rosetta para descifrarlo?
No cabe duda que se trata de una persona lista, sagaz, astuta, que tiene la capacidad, poca común, de reinventarse tantas veces lo requieran las circunstancias. Él sabe lo que el público quiere y está dispuesto a dárselo. No importa el esfuerzo.
Prueba de su habilidad de mago es que lleva veintiséis años en la televisión y no hay visos de fatiga televisiva y menos señales de su retiro definitivo. Esa es la información visible, la que todos dicen conocer. Ahora, viene lo difícil, las preguntas aún sin contestar:
¿Qué ambiciona Jaime Bayly para sí? ¿Está contento con lo que tiene?
El público ríe, Bayly los hace olvidar sus problemas. Pero, ¿alguien se pregunta qué queda de todo esto para él? El público responde: eso no importa; él es así; es muy gracioso; le gusta hacer reír. Y concluyen que Jaime Bayly lleva una vida macanuda: viaja continuamente, vive en hoteles de cinco estrellas, es reconocido por la gente en la calle. Ergo, ¡Jaime Bayly es un suertudo!
Yo también pensaba así. Pero desde hace algún tiempo vengo leyendo con más detenimiento sus crónicas, escucho con más atención sus declaraciones sobre si mismo y de pronto creo entender todo. Se me viene a la mente el aria Vesti la giubba (“ponte el disfraz”), de la opera Pagliacci de Ruggiero Leoncavallo.
En aquel aria el payaso canta su lamento: la bella Colombina prefiere al Arlequín en vez de él y él deberá salir a escena a hacer reír al público porque para eso han pagado y él deberá esconder su tristeza.
¿Es que cada uno de los personajes de la ópera es una parte de la existencia de Bayly?
Así, la bella Colombina es la vida de escritor a tiempo completo que Jaime Bayly anhela más que nada en el mundo; es la dorada posibilidad de escribir la gran novela latinoamericana que dejará atrás a Rulfo y García Márquez. Condiciones tiene y él lo sabe. También Colombina es Buenos Aires, la ciudad que ama, el lugar en que quisiera residir los años que le queden de vida. Desde aquí le deseamos muchos.
De otro lado, Arlequín es la cruel realidad que le impide abrazar a Colombina; es el infranqueable muro que le imposibilita estar más tiempo con sus hijas; es el negrero que lo tiene atado al remo de la televisión; el imbécil que día tras día le distrae la atención en asuntos banales para que cada noche sea gracioso, entretenido; el perverso que cada día le concede menos tiempo para que escriba, para que esté con sus amistades, con la gente que ama.
Y, finalmente, está Pagliacci, el payaso que debido a las privaciones que Arlequín - la vida, señor Bayly- le impone, noche tras noche lo obliga a usted a vestir el disfraz (Vesti la Giubba), con una sonrisa que esconde su enorme tristeza que no es más grande ni más chica que la de todos los payasos que lo observamos del otro lado del tubo. Dios lo bendiga, señor Bayly.
VESTI LA GIUBBA
(original en italiano)
Recitar! Mentre preso dal delirio,
non so più quel che dico,
e quel che faccio!
Eppur è d'uopo, sforzati!
Bah! sei tu forse un uom?
Tu se' Pagliaccio!
Vesti la giubba,
e la faccia infarina.
La gente paga, e rider vuole qua.
E se Arlecchin t'invola Colombina,
ridi, Pagliaccio, e ognun applaudirà!
Tramuta in lazzi lo spasmo ed il pianto
in una smorfia il singhiozzo e 'l dolor, Ah!
Ridi, Pagliaccio,
sul tuo amore infranto!
Ridi del duol, che t'avvelena il cor!
(Traducción al español)
¡Actuar! ¡Mientras preso del delirio,
no sé ya lo que digo
ni lo que hago!
Y sin embargo, es necesario... ¡esfuérzate!
¡Bah! ¿Acaso eres tú un hombre?
¡Tú eres payaso!
Ponte el traje
y la cara en harina.
La gente paga y aquí quiere reír,
y si Arlequín te birla a Colombina,
ríe, Payaso, y todos te aplaudirán!
Muda en pantomimas la congoja y el llanto;
en una mueca los sollozos y el dolor. ¡Ah!
¡Ríe, Payaso,
sobre tu amor despedazado!
¡Ríe del dolor que te envenena el corazón!