19 de septiembre de 2011

ERNEST HEMINGWAY Y SU ÚLTIMO CENTAVO

                                                      
                                         Ernest Hemingway ante su máquina de escribir.

La vida de Ernest Hemingway se puede describir mejor como la de un gitano, de un errante consuetudinario. De los continentes, viajó extensamente por tres: América, Europa y África. En los tres conoció aventuras. A veces fue protagonista de éstas, sea de cazador o de pescador. Participó en dos guerras mundiales. Y cuando no fue protagonista fue observador. Me refiero a su condición de aficionado de el toreo.

Pocas escritores han imprimido su personalidad en las casas que han vivido. Muchas de ellas han sido convertidas en museos o santuarios seglares para sus lectores o para los que conocen su leyenda pero no su obra. ¡Qué terrible!

Tal vez la casa de Hemingway en Key West (Florida) puede calificarse como uno de los lugares en que fue más feliz. 

Pocos escritores han imprimido su personalidad en las casa que han vivido. Muchas de ellas han sido convertidas en museos o santuarios seglares para sus lectores o para los que conocen su leyenda pero no su obra. ¡Qué lástima! 

La propiedad de la casa de Key West era de su segunda esposa la heredera Pauline Pfeiffer, la cual lo adquirió con la ayuda de un tío millonario.

La casa es hermosa, su estilo es adecuada al clima caribeño. Es de dos pisos,de techos inclinados, lleno de angostos ventanales de cielo raso a piso para garantizar una adecuada ventilación. La casa está rodeada de frondosos jardines. Todo es tan distinto de su tierra natal.

Pero volviendo a nuestro recorrido, por la casa nos encontramos con decenas de gatos, muchos de ellos descendientes de Snowball (bola de nieve), el gato que un capitán de barco le regaló al escritor. Admito que nunca he caminado entre tantos gatos.

Pero volvamos al motivo de este post. En el jardín hay una piscina (grande y rectangular) que Pauline, con dinero de su acaudalado tío, mandó construir y que ella, amante esposa, al regreso de Hemingway luego de un dilatado viaje, se lo regaló, sin advertencia previa. Los guías dicen que la sorpresa fue enorme y que el escritor, aterrorizado ante la enorme cuenta que creía le esperaba, reprochó duramente a su mujer y sacando un centavo del fondo del bolsillo de su pantalón, voz en cuello y con la cara enrojecida exclamó que ella gastaría hasta su último centavo: You´ll cost me my last penny! Y, sin más, arrojó la moneda de cobre a la piscina. Luego Hemingway se enteraría de la verdad y recuperó la compostura. Pauline, de otro lado, mandó sacar el centavo del fondo de la piscina y lo hizo incrustar al borde de la misma, cubriendo la moneda con un grueso vidrio transparante, que a la fecha permite ver la moneda. Al costado mandó inscribir: HEMINGWAY´S LAST PENNY (el último centavo de Hemingway).

Años después con la asignación pecuniaria que acompaña con el Premio Nobel, Hemingway nunca más tuvo que preocuparse que una mujer se llevara su último centavo.
                              
Gonzalo Mariátegui, con la pierna enyesada, en la puerta de la casa de Hemingway en Key West, U,S.A.                                               

  Cuarto en el segundo piso donde Hemingaway trabajaba en su casa de Key West, (Florida, U.S.A.)
                                                                                                                     

15 de septiembre de 2011

ÁNGEL CHÁVEZ : MAESTRO DE LA PINTURA PERUANA



  

Traer Ángel Chávez (1929-1995) a la memoria siempre es motivo de enorme admiración y alegría. Su paso por la tierra fue breve, si se considera que ahora la expectativa de vida en el Perú ha aumentado notablemente. Debió seguir con nosotros, pero una cruel enfermedad nos lo arrebató.
Ángel Chávez, además de ser una magnífica persona fue un extraordinario artista plástico. Fue amigo de sus amigos y amigo de sus enemigos. Era incapaz de tender una trampa a nadie. Todo lo contrario. Siempre estuvo dispuesto a ayudar a todos.
No creo exagerar cuando afirmo que su dominio tanto del color como del dibujo lo hubiera hecho un digno rival de los artistas más destacados del Renacimiento.
La historia de la plástica peruana registra dos pintores que como nadie dominaron el color rojo. Por orden cronológico recordamos a Ignacio Merino, quien con su singular rojo profundo, ha merecido que a su artificio se le denomine "Rojo Merino" y el rojo vibrante de Ángel Chávez mereció el nombre de "El rojo Chávez". Con gran orgullo admito que en 1977, estando en su taller, fui yo quien le puso el ese magnífico mote. No dudo que habrá gente que dirá lo contrario. No importa. Aún recuerdo el brillo en sus ojos cuando lo pronuncié por primera vez. Eso es suficiente para mí.
Proseguiremos en la gran cruzada que este blog se ha impuesto: lograr que Ángel Chávez reciba, más temprano que tarde, la muestra retrospectiva que hace tres lustros se le viene mezquiniando y que debe organizarse con la generosa ayuda sea del Museo de arte de Lima, el Museo de Arte Contemporáneo (Barranco), el Museo Italiano (Lima) o el Instituto Cultural Peruano Norteamericano (Miraflores) u otra institución de igual nivel; y, finalmente, que se publique el gran libro de su vida y obra para que las generaciones presentes y futuras sepan que hubo un pintor que se dedicaba a pintar a su pueblo, con sus mujeres mochicas, robustas y bellas, con su singular ojo de pintor dotado.

Vaya nuestro mayor agradecimiento a Margarita Yamamoto, Carmen Yamamoto, Guillermo Ayala Jacobs, Gabriela Lavarello Vargas de Velaochaga, Carmela Lavarello de Mariátegui, Colección privada, M P-RM, Élida Román Padín, Julio Chávez Achong, Leopoldo Lituma Agüero y Manuel Figari Rouillón, todos grandes admiradores del Maestro Ángel Chávez por cuyo esfuerzo hemos podido acceder a las imágenes que incluímos en este post.

Este blog continuará publicando fotos y noticias sobre el Maestro Ángel Chávez hasta que su obra reciba el justo trato que merece.