29 de septiembre de 2010

RICARDO CÓRDOVA: TRANSFIGURACIONES

                                          

 Ricardo Córdova Farfán el 22 de setiembre del 2010. 
                                                                                                                                                                                     

Ricardo Córdova Farfán el 22 de setiembre del 2010. 

                                                    
Inferno Rosso. Óleo. 177 x 144 cms.


Soledad. Óleo. 107 x 144 cms.


Kind of blue. (A Julia Navarrete II). Óleo. 125 x  200 cms.

                                                                                                                                                                 

Puerta a Kline. Óleo. 144 x 72 cms.                               


                                 
Al morir la tarde. Óleo. 144 x 72 cms.
                                                                                                                                  

                                                                  
Claridad. Óleo. 107 x 107 cms.
                                                                                       


Deconstrucción. Óleo. 107 x 107 cms.                                               



Laberinto del Minotauro. Óleo. 125 x 200 cms.                                                                                   


Nos acercamos a los salones de LA GALERÍA sito en Conde de la Monclova 255, San Isidro, Lima, donde se viene presentando una estupenda muestra de cuadros en la técnica al óleo titulado TRANSFIGURACIONES, del pintor peruano, Ricardo Córdova, originario de la ciudad de Arequipa. La muestra permanecerá a disposición de los que deseen visitarla hasta el 16 de octubre del 2010.

Preguntamos por el maestro, la espera es breve, una puerta se abre y el Minotauro sale a nuestro encuentro. Intercambiamos sonrisas, nuestras manos se aprietan y me invita a tomar asiento. Conversamos largo y amenamente.

Ricardo Córdova es un pintor auténtico, un artista que vive en permanente búsqueda de la luz, interesado en descifrar sus secretos. Sus cuadros son testimonio de esta búsqueda. Sin duda, de haber vivido en la Francia del siglo XIX, hubiera sido un destacado impresionista.

En algún momento pasamos a la entrevista y lo que sigue a continuación es resultado de la misma.

¿Quién es Ricardo Córdova?
Como persona, yo diría que es una persona un poco reservada, callada, un poco tímida y en ciertos momentos melancólica. Creo que eso se nota un poco en el color, en los cuadros. Pero cuando agarra confianza, es muy hablador y puede entablar una buena amistad y, como buen arequipeño, es un poco reservado al comienzo, pero después es muy abierto.

¿Cómo podríamos considerar a los cuadros que integran esta muestra que estás presentando en LA GALERÍA?

Bueno, yo los considero un camino hacia la abstracción, lo cual no significa necesariamente que vaya a llegar, puedo quedarme en el camino, justamente. Lo interesante es que mantienen ciertos elementos reconocibles.

¿Por qué y para quién pinta Ricardo Córdova?
Básicamente para mí.

¿Por qué?
Porque es también una especie de catarsis y, entre otras cosas, es lo que mejor sé hacer. Además, es mi forma de comunicar las cosas que tengo adentro, que a veces verbalmente o en otro idioma no salen como quisiera. Entonces creo que tener la mayor posibilidad de lenguajes ayuda a que la gente se comunique con uno de la mejor manera y considero que es en la pintura donde yo, a veces, me puedo comunicar mejor.

En tu hoja de vida no figura que hayas residido en Nueva York o París como en el caso de algunos artistas de tu alto nivel plástico. ¿Te arrepientes de no haber viajado a los lugares en que se viene desarrollando el gran arte?
Estuve en Europa casi cuatro meses y con ese miedo de quedarme, pero yo no soy muy arriesgado. Tenía amigos que vivían allá, Ramiro Pareja, José Ricketts, que son pintores que me decían: “Pero quédate, ya vemos qué pasa”, pero yo no soy de los que: “Ya vemos que pasa”.He estado como cinco veces en Nueva York.

Mi idea es que Arequipa es un sitio bellísimo para trabajar, tranquilísimo, con mucho sol, mucha luz, que es lo yo necesito. Pero esa misma necesidad la tenga de viajar. Entonces es que yo me planteo salir cada año o año y medio. Salgo con muchísima frecuencia porque me parece indispensable. Siempre he tenido un poco de miedo de vivir solo; esta cosa de ser hijo único; toda una mezcla de cosas que hicieron que no me quedara a vivir en el extranjero.

¿A qué se debe el título de la muestra?
Justamente a que no es una abstracción total. La transfiguración es un objeto que cambia hacia otra cosa. Estos eran cuadros muy concretos en una época (justamente en mi exposición anterior) y ahora están yendo hacia algo, hacia algo diferente.

¿Estás contento con la época en que te ha tocado vivir y pintar?
A veces sí, y a veces no. Parece la canción de Julio Iglesias, pero es cierto. A veces agradezco la serie de cambios que se han producido en la sociedad en general y las ventajas que nos da: la información, el bombardeo de imágenes, pero a veces me hubiera gustado ser un personaje del siglo XIX. Creo que me hubiera sentido más cómodo.

Los escritores suelen sufrir ante la página en blanco, como pintor, ¿cuál es tu actitud frente al lienzo en blanco?
Es la misma. Es un terror, el terror al lienzo en blanco. Pero yo he aprendido a dominarlo: quebrándole el color. Yo no trabajo sobre tela en blanco.

¿De frente le metes un color?
Le meto un color, que es el color que entorna todo el cuadro. Si es cálido le meto un Siena, si es frío le meto un gris y trabajo encima de eso.

Si pudieras robar un cuadro de un museo, ¿cuál sería?

De hecho habría muchos. A mí particularmente me encantan Velázquez y Vermeer. Los Velázquez son muy grandes. Creo que sería más fácil robar un Vermeer. (Risas).

¿Cuál en especial?
Me gusta el que representa a todas las artes, que dicen que es un autorretrato de él de espaldas. Ese cuadro en que Vermeer está pintando a Flora. Ese cuadro me parece fascinante. Pero en general, todo Vermeer. Yo me robaría todo Vermeer. Y probablemente un Rothko. 

20 de septiembre de 2010

¿DESAPARECERÁ EL LIBRO DE PAPEL?



Biblioteca de la Real Academia (Madrid, España).       



 Biblioteca de Ocopa - (Junín, Perú).                                                    


En los últimos años el tema de la suerte del libro de papel ha ocupado la atención de editoras, librerías, bibliotecas, distribuidoras de libros, escritores y también de lectores. 

¿Ha llegado el libro de papel a su fin? ¿Es el libro electrónico su sustituto? Al respecto se han escrito muchos artículos. Ninguno, sin embargo, ha llegado a una conclusión definitiva. 

Muchos argumentos se han esgrimido a favor del inevitable triunfo del libro electrónico. Pero lo que no ha sido tratado es respecto a cuáles serán las consecuencias de ese cambio. La ocasión amerita tentar algunas suposiciones.

De primera intención debemos pronosticar el cierre de las bibliotecas públicas, algunas de ellas verdaderas joyas arquitectónicas, y muchas poseedoras de verdaderas joyas del saber humano, que encierran las verdaderas razones que decidieron que el hombre se irguiera y caminara sobre dos pies. La razón que esgrimirán para el cierre de las bibliotecas será su falta de uso. 

En el caso que triunfen los enemigos del libro de papel los estantes de las bibliotecas públicas quedarán vacíos, los libros serán guardados en cajas y estas luego serán guardadas en depósitos o en los sótanos de las otrora bibliotecas. Una alternativa será la cremación de todos los libros, por inútiles, inservibles, anacrónicos. Por algún tiempo las bibliotecas familiares pasarán a la clandestinidad hasta que los hijos o nietos de sus fundadores las entregarán a las autoridades policiales o municipales para su retiro definitivo (¿se acerca Fahrenheit 451?). El argumento será: ¿para qué tener diez mil libros guardados en el hogar cuando un libro electrónico de mínimo tamaño puede conservar en su memoria el contenido de igual o mayor cantidad de libros? 



Biblioteca del Trinity College - (Dublín, Irlanda)                                 


Biblioteca Nacional de Francia (París, Francia).


Biblioteca del Vaticano - Santa Sede   
                           
Biblioteca Nacional del Perú (Lima, Perú).


Library of Congress (Washington DC - USA).

Con el triunfo del libro electrónico, a los lectores que acudan a las bibliotecas públicas les será entregado un libro electrónico (léase: máquina) y el usuario pedirá que en la pantalla de su aparato aparezca el libro de ficción o no ficción que desea para su diversión o investigación. Los estantes habrán sido reducidos y estarán a medio llenar de libros electrónicos. Con el tiempo, la majestuosidad que produce la presencia física del libro de papel, del grosor de sus lomos, parados lado a lado en interminables estanterías habrá desaparecido de la memoria de los hombres.


Estatua de hombre leyendo en la calle.¿Presagio de una realidad inminente?       


Hombre leyendo en la biblioteca.                                                                                 



Ahora veamos el caso del lector que no requiere acudir a la biblioteca, me refiero a aquel que tiene dinero para comprar un aparato electrónico para leer. Con el uso continuo del mismo, éste se rayará, quiñará y con el tiempo adquirirá una presencia desaliñada, indeseable para su propietario. Con el avance continuo de la tecnología, el propietario de un libro electrónico pronto encontrará que su modelo se ha vuelto obsoleto o que ya no fabrican repuestos para su modelo. La vida útil de esta máquina es, desde luego, más breve que la de los libros de papel que pueden seguir prestando servicios durante siglos a distintas generaciones. No olvidemos que también existirá la posibilidad que el libro electrónico adquiera algún virus, que impedirá su uso; cosa impensable para el libro de papel.

Y si el libro electrónico es robado o extraviado, ¿qué le pasará al propietario? Sin duda sentará una denuncia policial y avisará el hecho a la empresa que se lo vendió, pero lo más posible es que no lo vuelva a recuperar y reciba un catálogo con libros electrónicos de última generación. Y, ¿qué pasó con todos los libros que hizo bajar y por los cuales pagó y no llegó a leer? Pues, sin duda habrá perdido su inversión, la cual puede representar una suma importante según el modelo del aparato y la cantidad de libros que bajó.  



                                                   
Libro electrónico en mano de un ser cada vez menos humano.               


Continuamente el tamaño de los distintos modelos de libros electrónicos se irá reduciendo. ¿Acaso no recuerdan los primeros celulares que aparecieron? ¡Tremendos mamotretos! Pero los gustos cambian, cuanto más chico sea el modelo, más atractivo resulta para su comprador; y, desde luego, más fácil será para el ladrón apropiarse de él. 

En cuanto a salud, nos referiremos brevemente al daño que el libro electrónico hace a la vista. La lectura de un número limitado de páginas basta para producir un dolor de cabeza o cansancio de ojos. Hay que tener presente que el esfuerzo requerido para la lectura de un libro electrónico, el cual se realiza sobre una pantalla artificial, producirá una sequedad de ojos. De otro lado, la velocidad de lectura del usuario de un libro de papel, determinará el tiempo y número de páginas que lea por sesión. Es común oír que una persona ha leído, “devorado”, una novela durante un viaje en avión. Esto, sin embargo, aún no se oye en el caso de la lectura de libro electrónico.

De una cosa sí estoy seguro y eso es que Jorge Luis Borges no habría querido vivir en un mundo de libros electrónicos. Yo tampoco.

JUAN PIQUERAS : EL MIMO QUE PINTA






En el Centro Cultural el Olivar de la Municipalidad de San Isidro (Calle La república 455) el maestro artista Juan Piqueras viene presentando una interesante muestra unipersonal de dibujos realizados en técnica mixta. Los cuadros son de una creatividad asombrosa. En ellos encontramos un equilibrado hacinamiento de maravillosos seres, algunos reales y otros irreales, modificados o inventados por la imaginación de su silencioso creador.

Juan Piqueras, sin embargo, no es un advenedizo a las artes plásticas. De joven realizó estudios de pintura en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Católica del Perú, pero el arte de la mimodrama terminó por conquistarlo y le exigió atención preferencial. Durante cincuenta años ha alegrado y conmovido los corazones de miles de personas a las que les ha dado la oportunidad de verlo realizar su incomparable arte como mimo. No creemos exagerar cuando afirmamos que Juan Piqueras sigue siendo el más importante mimo del Perú. 

De otro lado, durante las últimas cinco décadas Juan Piqueras ha continuado cultivando en silencio lo que fue su primer amor: el dibujo y el color. Finalmente, se ha dejado convencer que dé a conocer algunas de sus creaciones plásticas. No se pierdan esta oportunidad.

17 de septiembre de 2010

MANUEL BENTÍN: AL ENCUENTRO DE LA FELICIDAD






                                                                                                                                                                                                        
                                                     



Al encuentro de la felicidad (Ediciones El Virrey) es el título de la última novedad en las librerías limeñas. Nos referimos a la estupenda novela del escritor peruano, Manuel Bentín Diez Canseco. 

Si bien esta es la primera novela de Bentín, el autor no es nuevo en la actividad literaria, pues en 1986 publicó el ameno y sólido libro de cuentos La vida en serio (Mosca azul editores), la misma que mereció amplios elogios en los medios limeños. 

Poseedor de múltiples dones narrativos, Bentín es exigente consigo mismo más allá que el promedio de los buenos escritores. Si ha demorado varios años en completar esta obra es porque para Bentín la literatura es sagrada. Además de ser un lector recalcitrante, Manuel Bentín es un escritor de no sólo la palabra justa sino el dato justo. Es así que el autor recoge con fidelidad el dato histórico y lo expone con verosimilitud y encanto. 

Al encuentro de la felicidad nos brinda la oportunidad de ser testigos de las aventuras, amores y desilusiones de varias familias. La acción ocurre entre Europa y Perú, a finales del siglo XIX hasta la segunda década del siglo XX. Al encuentro de la felicidad es una magnífica novela y merece un lugar de privilegio en la biblioteca más exigente.

La novela ya está a disposición de los lectores de buena literatura y puede ser adquirida en las principales librerías de Lima, tales como: Crisol, El Virrey, Época y La Familia, entre otras. La novela está desarrollada en 567 intensas páginas. El precio es de tan solo S/45.- (cuarenta y cinco nuevos soles).

Finalmente, felicitamos a los señores de Ediciones El Virrey por el cuidado que han tenido en la publicación de la novela cuyo papel y diagramación es de una elegancia pocas veces visto en nuestro medio y que está a la altura del contenido de la obra.

14 de septiembre de 2010

CUENTO: UN ERROR DE IDENTIFICACIÓN


                                                                                  

Para mi gusto personal el siglo XX acabó demasiado rápido. Unas tres o cuatro décadas más hubieran sido deseables. De esa centuria recuerdo con especial cariño los años sesenta. En aquel tiempo Lima era más tranquila y apenas contaminada. La criminalidad era mínima y la corrupción, congénita en el hombre, estaba dentro de “niveles tolerables”. Y así fue que, a finales de aquel siglo, mi gran amigo, el poeta Francisco “Paco” Bendezú, en una de nuestras totalizante conversaciones que realizábamos en la sala de su casa de Jesús María, me admitió que la década del sesenta en verdad había sido encantadora. Me dijo que los poetas llamaban a aquellos años como: los “happy sixties” (los felices sesenta). Fue entonces que me convencí que los poetas eran sabios. Bien, después de esta digresión, que de no haber juzgado valiosa no la hubiera incluido, entraré de inmediato a relatar el cuento que es razón de esta nota.

UN ERROR DE IDENTIFICACIÓN

cuento de Gonzalo Mariátegui

Durante la década de 1960, Marcelo Isla se destacó como uno de los artistas plásticos más importantes de esa Lima de apenas dos galerías de arte. En ese entonces había, a lo más, unos cuarenta artistas en actividad a diferencia de los centenares de artistas que ahora pululan en la ciudad.

Marcelo Isla, además de ser un gran pintor, era mujeriego y gastrónomo de primera. Rendía continuo culto a sus cinco sentidos. Era un sensual. Amaba la vida y la vida lo amaba con igual intensidad. Era querido por todos, con salvedad de los mezquinos y envidiosos que no aman a nadie ni a sí mismos. Marcelo Isla era criollo en el sentido que nada se le escapaba y que le encantaba cantar tanto la música criolla como la extranjera. En Lima no había nadie como él para cantar tangos. Sin duda, el mismo Carlos Gardel hubiera empalidecido ante su varonil voz. 
La leyenda refiere, porque todo en Marcelo Isla era leyenda, que al mediodía después de terminar la sesión de pintura en su atelier (sito en un viejo edificio, sin ascensor, de los tantos angostos jirones que tatúan el cercado de Lima) Marcelo invitaba a comer un cebiche a todos los amigos que con sorpresiva oportunidad le caían de visita a la hora del almuerzo. Ninguno de sus amigos se oponía al plato o al lugar. Eso hubiera sido de mal gusto, toda vez que Marcelo era el que pagaba la cuenta. Y así a diario partía con su comitiva a la cebichería sito en el jirón Washington.

Tan pronto el cortejo hacía su alegre ingreso con el maestro pintor a la cabeza, éste era acosado por los mozos del local para que tomara asiento en la mesa que les había tocado atender. Los mozos lo amaban. Su risa era franca y varonil; además, a la hora de la propina, Marcelo extraía del bolsillo una cornucopia llena de monedas que desde lo alto dejaba caer sobre la mesa para asombro de todos los asistentes. En esa época la moneda metálica peruana era más grande, más gruesa y desde luego valía más que la de ahora. Cuando un sol caía al suelo, hasta los sordos volteaban para ir en su búsqueda. Tal era el ruido que causaba. 

Cierto día de primavera mientras Marcelo y sus amigos bajaban sucesivos platos de cebiche de pronto la conversación se inclinó hacia el tema de la pintura. Y cuando la mesa estaba en su momento de mayor alegría apareció Alicia, la zamba más apetecible del barrio; la hembra que un amigo literato de Marcelo bautizó como: el cuento perfecto; porque no le falta nada ni le sobra nada.

Ante la7resencia de Alicia, la mesa calló. Es que la belleza impone silencio. Luego de una breve mirada a cado uno de los comensales, Alicia dijo que estaba urgida de un pintor, que necesitaba pintar su casa, por dentro y por fuera, a la brevedad posible. En el acto preguntó si entre los concurrentes había un maestro pintor. La mesa de Marcelo sentaba a seis pintores; cinco de los cuales, de inmediato, irrumpieron en carcajadas. La zamba los había confundido con pintores de brocha gorda, nada menos que a ellos, los pinceles más respetados del país. La joven no entendió el motivo de sus risas y cuando con enfado estaba por retirarse de pronto Marcelo Isla levantó la mano y dijo que él era pintor y que la podía ayudar. Todos callaron estupefactos. Alicia miró fijamente a Marcelo y le dijo que la siguiera. El hombre desapareció detrás de la hembra más hermosa del barrio, ante el asombro de todos.

Desde aquella fecha, todos los años, en la misma época, Marcelo regresa a la casa de Alicia, vestido con overol y con brocha gorda en mano; y durante una semana, mañana y tarde, pinta la casa por dentro y por fuera. Y mientras dura la obra, en retribución por sus servicios, Alicia, todas las noches, le hace un espacio en su cama; y al día siguiente, a la hora de almuerzo, prepara el mejor cebiche de todo Lima para quien, a su entender, es tan solo un eficiente pintor de brocha gorda.



6 de septiembre de 2010

AUGUSTO MONTERROSO: DECÁLOGO DEL ESCRITOR

                                             


                                                                     
                                     
                                                                       


AUGUSTO MONTERROSO (1921 – 2003), narrador guatemalteco fue autor de relatos breves e hiperbreves. Entre sus obras figura La oveja negra y demás fábulas (1969). 


DECÁLOGO DEL ESCRITOR SEGÚN MONTERROSO:
PRIMERO:
Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.


SEGUNDO:
No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia. 


TERCERO:
En ninguna circunstancia olvides el célebre díctum: "En literatura no hay nada escrito".

CUARTO:
Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras. 

QUINTO:
Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche. 

SEXTO:
Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy. 

SÉPTIMO:
No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan. 

OCTAVO:
Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes. 

NOVENO:
Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor. 
DÉCIMO:
Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él. 

UNDÉCIMO:
No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio. 

DUODÉCIMO:
Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado. 


El autor da la opción al escritor de descartar dos de estos enunciados, y quedarse con los restantes diez.