26 de diciembre de 2009

REMBRANDT : EL HOMBRE DEL CHAL AMARILLO




"Portrait of a man" - Rembrandt 

Hace pocos días en Londres en la casa de remates Christie´s se realizó la venta de un cuadro de Rembrandt titulado “Portrait of a man”. El precio de venta del trabajo alcanzó una cifra record US$35,5 millones para una obra del pintor holandés. El cable internacional indica que el cuadro fue realizado por Rembrandt “… en lo más alto de su crisis financiera.” Es decir cuando estaba en lo más profundo de su pobreza.

Rembrandt, como pocos artistas, conoció la fama, el halago, la fortuna Y todo lo que la efímera existencia puede derrochar en un hombre. Pero al final de su vida fue castigado por el Destino con la indiferencia, el olvido, la soledad y la miseria económica.

Es de inferir que el “Portrait of a man” le representó una miserable remuneración a su autor pues es bien sabido que todos hacen leño del árbol caído y más aún si se trata de un pintor que ha perdido el favor de los críticos y compradores. 

Todos los admiradores de la obra Rembrandt tenemos algún cuadro suyo que más admiramos. En mi caso, a raíz de una entrevista que realicé al gran director de la Escuela de Bellas Artes, don Juan Manuel Ugarte Eléspuru (1911 -2004), para la revista cultural Espacio, mi cuadro preferido de Rembrandt pasó a ser “El hombre del chal amarillo”, retrato que desconocía. 

Permítanme hacer mía la opinión vertida por el maestro Juan Manuel Ugarte Eléspuru, en su novena y última década de vida, con motivo de la referida entrevista y atendiendo a que durante la misma le pregunté qué cuadro se atrevería a robar para su colección:

“…Pero si usted, entre los 600 retratos que pintó Rembrandt, ve su último autorretrato, “El hombre del chal amarillo”, ese es para tirarse al suelo de reverencia. Porque es todo el dolor de una vida, descendida a lo peor, a la miseria, al desconocimiento, después de haber conocido la gloria y la fortuna. Todo está representado en ese hombre que sonríe además, pero con una sonrisa que es casi una mueca. Y la forma como está pintado, los toques de pincelada suelta dan una vibración que, para mí, es de todos los retratos de Rembrandt el más genial de todos; siendo que tiene magníficos retratos. Pero es “El hombre del chal amarillo”… (de pronto Ugarte Eléspuru empieza a hablar para sí, como si estuviera solo) si yo pudiera robármelo y traerlo, iría por él. Más que por cualquier cuadro de Rafael o el Tiziano, a quien yo admiro, pero “El hombre del chal amarillo” y no sé si más, hasta los de Velázquez. “El hombre del chal amarillo”. Iría por él.”

"El hombre del chal amarillo" - Rembrandt

16 de diciembre de 2009

ANTONIO CISNEROS (poeta homenajeado el 15-12-2009)



Poema Canto Ceremonial Contra Un Oso Hormiguero

de Antonio Cisneros



aún te veo en la Plaza San Martín
dos manos de abadesa
y la barriga
abundante
blanda
desparramada como un ramo de flores baratas
olfateas el aire
escarbas algo
entre tus galerías y cavernas oxidadas
caminas
aún te veo
caminas
más indefenso que una gorda desnuda entre los faunos
más gordo
más alado
y ya aprestas las doce legiones de tu lengua
granero de ortigas
manada de alacranes
bosque de ratas veloces
rojas
peludas

el gran mar de las babas
oh tu lengua
cómo ondea por toda la ciudad
torre de babel que se desploma
sobre el primer incauto
sobre el segundo
sobre el tercero
torre de babel

que en 1900 fuiste lavado por tu madre en el mar de
La Punta
despacio
muy despacio
sin descuidar las ingles
las orejas
el trasero
las plantas de los pies

que dormiste entre los muslos de tu abuela para no sentir frío
mientras los muchachos
los otros
hacían el amor con las muchachas
puedo ver tu gran lengua
ay sin madre
ay sin abuela
tu gran lengua después de la jornada
jadeante
horizontal
un poco blanda
tu gran lengua en la cama
con vírgenes y arcángeles
de lata

oh tu lengua en reposo
y aún se reproduce
despacio
muy despacio
y todavía engorda
oh comediante de los almuerzos de señoras
oh vieja bailarina
oh torre de babel en la gran cama
maltrecha ya
por los combates fieros de tu hermano
capitán ballestero de sodoma
príncipe de gomorra
flor de lesbos
y ahora
no más tu madre
no más tu abuela
no más tu arcángel de la guarda
y ahora
océano de babas
vieja abadesa
escucha
escucha mi canto
escucha mi tambor
no dances más.


14 de diciembre de 2009

JAIME BAYLY - EL COJO Y EL LOCO









Demoré mucho en decidirme a leer la novela “El cojo y el loco” de Jaime Bayly y cuando por fin resolví hacerlo -pues nunca antes había leído una de sus novelas- me encontré con la sorpresa que en librerías costaba la suma de treinta y cinco soles.

Escandalizado cual solterona de mediados del siglo XX que por primera vez descubre la herramienta de su sobrino me retiré del local y me dije que no había perdido nada importante.


Pero el Destino es un viejo mañoso y cuando regresaba a mi vetusto departamento del aristocrático distrito de San Isidro decidido a leer cualquier otra novela me salió al paso un vendedor pirata que me ofreció un ejemplar del libro a solo diez soles. 

El rostro del pirata reflejaba hambre y cansancio y con fingida indiferencia le ofrecí ocho soles. El hombrecillo aceptó al toque. Pues es bien conocido por filósofos y legos que cuando las tripas suenan no hay dialéctica que valga. Y así fue que en dos días terminé de leer la última entrega de Jaime Bayly Letts.


Cómodamente sentado en la bergere de mi sala e imbuido de todos los prejuicios, habidos y por haber,por los dizque literati, me lancé a la tarea de descubrir qué había en la "cabecita" del "escritor" Bayly.

A medida que entraba en la trama de las dos historias paralelas, de Bobby y Pancho, admito que no podía soltar el libro. La trama es de primera, aunque tiene algunos momentos muertos. Pero, en resumen, es una novela que entretiene y eso es lo fundamental. Y esto se debe a que Bayly tiene esquina. 


Jaime Bayly alcanza su pináculo narrativo cuando describe la violación de Dorita por Bobby. El lector sufre cuando el cojo miserable con artimañas sube a la angelical y confiada Dorita a la suite presidencial del Hotel Country Club donde con toda su maldad viola sus dos virginidades. La expectativa alcanza ribetes Hitchcokianas: la confiada víctima no tiene idea de lo que se le espera, pero el lector sí, el lector sí. La descripción es angustiante, es real, es terrible, la acción lentamente va in crescendo. De pronto me encuentro gritando: “No subas, Dorita. El cojo es una mierda.Te va a tirar.”

Si de violaciones se trata, considero que la escena relatada por Bayly es mucho más lograda que el momento que el dictador Trujillo viola a la joven Urania en “La fiesta del chivo” de Mario Vargas Llosa. Porque, “en realidad de verdad” como diría mi recordada maestra sanmarquina Ella Dumbar Temple, don Mario no logra describir todo el terror que una joven adolescente de los años cincuenta debió vivir al sentir que un viejo sátiro se le encaramaba. A Vargas Llosa se le escapó la paloma. Pero, en el caso de Bayly, Bobby le da a la paloma entre los ojos de un solo tiro. ¡Bravo Bayly!

El gran aporte de Bayly a la literatura peruana es haber creado a dos hijos-de-la-gran-puta, miserables, perversos, semillas de maldad que hacen lo que les da la puta gana. No recuerdo a dos malditos iguales a los de Bayly en la literatura hispanoamericana. 


La pregunta que queda pendiente es si Bayly mantendrá firme su oferta de firmar hasta los ejemplares piratas de “El cojo y el loco.” Tal vez un día me encuentre a Bayly y autografíe mi ejemplar filibustero, luego con un poco de suerte me encontraré con el corsario que me lo vendió y se lo vendo en nueve soles, pues ya tiene valor agregado. Me gano un sol y él otro tanto. Bayly se habrá ganado otro lector (yo) que desde ya me comprometo a que si me saco un terminal de la Tinka compraré otro ejemplar de su próximo novela (versión pirata) y así seguiré al infinito, porque los precios de los libros en librerías no tienen para cuando bajar.



4 de diciembre de 2009

ERASMO DE ROTTERDAM - LA VANIDAD DE LOS ESCRITORES Y LOS PLAGIADORES



HOLBEIN - retrato de Erasmo de Rotterdam



En "Elogio de la locura" Erasmo de Rotterdam (1466/69 - 1536) se rie de las pequeñeces de la condición humana y uno a uno va analizando los distintos disfraces que hombres y mujeres asumen durante su estancia terrenal, sea como filósofos, teólogos, reyes, cortesanos, escritores, aduladores, charlatanes, audaces, etc.


"Elogio de la locura" es eso y mucho más, como bien lo saben quienes lo han leído. Pero para quienes aún lo desconocen les recomendamos que prontamente cambien de orilla. Su lectura es amena y punzante y con suerte su punto de vista de la vida variará; esperemos, al igual que Erasmo de Rotterdam, que sea para mejor.


Y si bien es cierto que en pocos años se cumplirá el medio milenio en que fue escrito, podemos afirmar que su contenido es de una actualidad sorprendente; lo cual, en verdad, no debe sorprendernos pues el hombre sigue tan vano y necio como el primer día en que fue colocado en este planeta, el cual con indesmayable ahinco se propone destruir.


Este post se refiere a la actividad de los escritores según "Elogio de la locura" de Erasmo.


"...De la misma estofa son los que creen que escribiendo libros van a alcanzar la celebridad, sin darse cuenta que los unos los escriben influenciados por mí (LA LOCURA) y los otros, los que se expresan con mesura y doctamente y a quienes ningún reproche puede oponerle Persio y Lelio, trabajan con el mismo fruto que los anteriores. Con la diferencia de que los sabios se hallan sometidos al voluntario tormento de modificar muchas veces sus escritos, suprimiendo, añadiendo, aclarando, rehaciendo y por último guardándolos en un cajón, hasta que al cabo del tiempo los sacan a ver qué efecto les hace y vuelven a rectificar antes de darlo a las prensas. Digo que estos autores son los más dignos de lástima.


Horacio guardó la mejor de sus obras nueve años y cuando al fin la publicó dijo que no le gustaba como había quedado. La vana recompensa de recibir el aplauso de unas cuantas personas les cuesta muchos desvelos, mermas en su sueño, don precioso sobre todas las cosas; preocupaciones y cuidados que alteran su salud cayendo con frecuencia en una vejez anticipada, siendo víctimas de oftalmías y cegueras, sin contar los sufrimientos de las rivalidades y envidias que suscitan o que ellos sienten hacia otros. ¿Puede ser una compensación de todo esto el deleite de la lisonja que le tributan otros cuántos infelices como él?


En cambio, el escritor que yo (LA LOCURA) protejo es tanto más feliz cuanto mayor es su extravagancia porque todo cuanto se le viene a las mientes lo escribe y lo publica sin la menor sospecha de que aquello es una sandez. Desde el primer momento lo reputa por genial. A éste no le importa que le desdeñen tres o cuatro sabios si es que lo leen. En compensación, el público suele aclamarle.


Existe, asimismo, toda una caterva que se distingue por su dedicación a dar como propio lo ajeno, es decir, a plagiar, y aunque más tarde o más temprano se descubre la superchería, disfrutan durante algún tiempo de la alabanza de las gentes y aun del producto del trabajo de otro. La nombradía les envanece y se ponen muy huecos y sonrientes cundo se les señala al pasar por la calle y se les mira con curiosidad y admiración. Pues no digamos su profundo halago al ver las portadas de sus libros en los armarios de las librerías. Miran allí su libro extasiado como si fuese la cosa más importante del mundo y, ¡por Hércules! la verdad es que no contiene otra carga que palabras hueras..."





2 de diciembre de 2009

VÍCTOR HUMAREDA Y PARA QUIÉN ES EL ARTE








Víctor Humareda en Taller 72 (taller de grabado) en La Victoria. 1982.



 


Víctor Humareda en su dormitorio-taller de pintura en el desaparecido Lima Hotel (La Victoria). 


Allá por la sétima década del siglo XX -durante aquella hedionda época denominada "el velascato"- cierta tarde tuve la suerte inconmensurable de caminar por el Parque Central de Miraflores en compañía de mi amigo el genial pintor puneño Víctor Humareda.

Hablamos de Rembrandt, Goya y otros temas igualmente trascendentes.

Inesperadamente sobrevino el silencio, aquel silencio tonto, odioso que no tarda en bifurcar a los mejores de los amigos. ¿Qué hacer? Deseaba continuar la conversación. ¡La conversación debía continuar! Había tantas cosas que quería escuchar de Humareda: el artista marginado, mal pagado, nuestro pintor maldito por excelencia. El artista que sufría, el hombre que contraponía el humor al menosprecio que padecía.

En aquel entonces la plástica peruana vivía momentos difíciles. La Directora del recién creado Instituto Nacional de Cultura había despedido sin ambages y cual impertinente criado a don Juan Manuel Ugarte Eléspuru, el más calificado Director que ha tenido la Escuela Nacional de Bellas Artes del Perú. Desde entonces todo ha sido cuesta abajo en aquel centro. Pero volvamos al parque Central.

La pintura y las artes plásticas en general eran motivo de una implacable satanización por parte de las "autoridades culturales". Se argumentaba que los artistas nacionales estaban al servicio de los ricos, de aquellos que podían adquirir sus obras; cuando, al parecer de la cultura oficial, los artistas debían estar al servicio del pueblo. 

La pregunta no tardó:

-- Víctor, ¿para quien es el arte? ¿Para la elite o para el pueblo?

Humareda paró en seco y levantó la cabeza hacia lo más oscuro de las copas de los altísimos y frondosos árboles del parque, como quien acude en busca de inspiración divina. De pronto bajó la cabeza y dirigiéndose a mí, proclamó:


-- ¡Para la Humanidad!


De inmediato seguimos caminando. Ninguno de los dos habló más aquella tarde.