20 de octubre de 2009

TEATRO - SOLILOQUIO DE "LA TRAGEDIA DEL DR. FUERTES" DE GONZALO MARIÁTEGUI


El siguiente post corresponde al soliloquio que el tiránico Dr. Darío Fuertes (Director del OIR, (Oficina de Inteligencia Represiva) pronuncia al inicio de la obra teatral titulada "La tragedía del Dr. Fuertes" de un solo acto, del narrador y dramaturgo peruano Gonzalo Mariátegui que aún no ha sido puesta en escena. 




Escena I.- Lágrimas

(Escena sombría, fúnebre. 
Es la residencia del Dr. Fuertes)



Dr. Fuertes (Desde fuera. Furioso.)


¡Maldición!

(Entra en escena) 


¡Maldición! Despertar y encontrar estos faros nublados de tanto llorar. ¿Qué sorpresa traen los dioses en la fecha más importante de mi vida? ¿Acaso me han escogido para su diversión? ¿O tal vez pretenden interferir en mis designios?... Al diablo con las interrogantes, pues éstas son meras zancadillas; intrusas de último momento, enemigas de la acción. ¿Acaso no he pactado con la decisión y la confianza? Con ellas me basto para alcanzar el triunfo. Que los dioses queden advertidos que en esta fecha no me pararé en su tablero de juegos. Porque si el hombre nació para realizarse en un día, esta fecha me corresponde en exclusividad. Y no existe fuerza en los cielos o en la tierra que pueda impedir lo que esta noche he de hacer. (Transición) El común de los hombres actúa según los designios de otros. Pero yo no soy cualquier hombre. Solo mi voluntad ha determinado el curso de mis pasos. Mi tenacidad, me hizo Secretario de Demócrito, y ahora, con Leandro, soy Director de la Oficina de Inteligencia Represiva. Con gran facilidad he pasado de la democracia a la dictadura, pero es en la dictadura que me siento más cómodo. En pocas horas seré el hombre más poderoso de San Jerónimo. Sin embargo (Pausa) no encuentro forma de contener estas lágrimas ni razón que justifique la tristeza sobre las que vienen montadas. Hace mucho que la fatalidad me privó de familia, de sentimientos; quedando abandonado en el alta mar de la vida... Pero la fuerza de mis brazos me ha salvado de las sucesivas olas y de los remolinos que la existencia ha lanzado contra mí con el propósito de tragarme. Ahora fuerzas desconocidas pretenden ahogarme con el caudal de sus océanos. Aunque nada me duele, ni por dentro ni por fuera, mis ojos lloran con la porfía de un niño malcriado, ¿o desconsolado? Y en cuanto a mi alma, presiento con terror que pronto retornará. ¿Pero con qué motivo acontece todo esto? ¡Oh, lágrimas, perlas de escaso valor que ostras humanas arrojan con facilidad, sepan que nada significan para mí! Sois líquidos de poca sustancia, destinadas a perecer evaporadas en este pañuelo o en la manga de mi vestimenta, según sea mi antojo. (Sorprendido) De pronto una sombra cubre mi espíritu y me hace intuir que vuestro propósito es arrastrarme al más negro de los abismos para que mis enemigos den cuenta de mí... (Con voz seductora) Escuchen lágrimas: a cambio de ser cómplice de vuestro secreto, os premiaré generosamente. Que cada una pida lo que quiera. ¿Acaso son ustedes el pago anticipado de lo que ha de venir? (Agitado retrocede y con un brazo empuja seguidamente el aire en señal de rechazo.) No. No debo pensar así. A nadie le debo temor. Soy el Dr. Darío Fuertes: el brazo represor del gobierno, el mandamás de la Oficina de Inteligencia Represiva. La población de San Jerónimo tiembla a la sola mención de mi nombre y hace bien, porque ha visto con qué facilidad mi mano moldea el dolor, la mentira y la intriga. Incluso el Dictador de la isla es títere que responde al capricho de mis dedos, y aunque simulo cumplir sus órdenes, hago mi voluntad; de lo que infiero que es solo a mí mismo a quien debo temer... Mañana me es desconocido; pero hoy... el Destino ha depositado su índice en mi diestra para que disponga de cómo mejor me plazca... Y nada ni nadie podrán divorciarme de tan singular oportunidad. (Transición) Pero en verdad no tengo el recuerdo de haber llorado en mi vida y menos de haber sido trastornado alguna vez por aquello que el vulgo llama: penas de amor. Aunque Lucía... (Volviendo lentamente la cara, suspira) Si tan solo pudiera olvidar... 

(Se retira de escena)

2 comentarios:

  1. ME PARECE EXELENTISIMA FELICIDADES LOS MEJORES DESEOS DE TRIUNFO DESDE TINAQUILLO-VENEZUELA

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  2. Gracias, muchas gracias. Siempre he considerado que el drama alcanza su pináculo con el soliloquio (Macbeth, Hamlet).
    Buen amigo de Tinaquillo, si yo le contara todos los esfuerzos que he desplegado para lograr que monten mi obra, se quedaría usted sorprendido. Pero el fracaso siempre ha rondado todo intento. Nuevamente, gracias por sus palabras de aliento, las aprecio enormemente.

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