18 de junio de 2009

IRENE NÉMIROSKY



Llevado por su apasionada afición por el arte y por la literatura en particular, mi buen amigo Gonzalo ha tenido a bien comunicarme que ha creado un "blog" literario y cordialmente me invita a participar. Con mucho gusto correspondo a esta iniciativa entusiasta.

Gonzalo, para quienes no lo conocen, tiene el don de contar en el momento oportuno sabrosas anécdotas e historias sobre personajes relacionados con el mundo del arte, algunas de ellas risueñas y otras conmovedoras. Aquí le hago llegar una que me atrevería a calificar de patética y bárbara, relacionada con el "egoísmo" que tienen programados los hombres como marca de fábrica y que desdice el término "humanidad" creado por Cicerón para diferenciarnos de los animales por nuestros altos valores espirituales. MANUEL BENTÍN D. C.



Este artículo es una colaboración de mi amigo Manuel Bentín Diez Canseco.





Irene Némirosky (1903-1942) hija única, escritora rusa ("Le Matin", "Les Oeuvres Libres", "L'Enfant Genial", "Le Vin de Solitud", "El Baile", "Los Perros y Los Lobos", "David Golder", "Suite Frances" y otras), consagrada como una de las escritoras de mayor prestigio en Francia, elogiada por la intelectualidad más representativa de su tiempo, premiada y traducida a más de una veintena de idiomas, nació en Kiev, hija de León Némirosky, miembro de la comunidad judía, hombre de mundo, viajero impenitente, quien prosperó como comerciante y luego incursionó en las finanzas hasta convertirse en uno de los hombres más ricos de Rusia, manteniendo mansiones y palacios en San Petersburgo, Moscú, en el campo, París y en los balnearios de moda en la Costa Azul. La madre de Irene, Fanny, con raíces judías y cristianas, era una de las bellezas más codiciadas por los mejores partidos de la época. León Némirosky con su arrolladura personalidad e inmensa fortuna terminó conquistándola y desde ese momento le hizo realidad sin límites sus comodidades, lujos, caprichos y sueños.


Al año de matrimonio, muy a su disgusto, Fanny salió embarazada y dio a luz a Irene con el solo propósito de complacer a su acaudalado marido, pues consideraba que la rolliza preñez era la primera señal del declive de la feminidad. Irene fue confiada a los cuidados de una institutriz francesa y recibió las enseñanzas de excelentes preceptores que le permitieron hablar fluidamente en seis idiomas, en una vorágine de constantes viajes y las prolongadas ausencias, de sus padres. Fanny, siempre en competencia con otras mujeres, veía con horror las arrugas que le comenzaban aparecer en su rostro y la convertirían muy pronto en una mujer que tendría que recurrir a desvergonzados gigolós. Abrumada por esa realidad y para demostrarse que aun seguía siendo joven, obligaba a una Irene adolescente a vestirse y peinarse como una pequeña colegiala. Irene, disfrutando de un alto nivel de vida y abandonada a su suerte, se refugió en la lectura. De compromiso en compromiso, Fanny se fue desentendiendo cada vez más de su hija hasta llegar al punto de casi no verla. En 1918, luego del estallido de la Revolución de Octubre -y un prolongado periodo de violencia, los bolcheviques pusieron precio a la cabeza de León Némirosky, por lo que la familia se vio obligada a huir por la frontera de Finlandia, de allí saltaron a Suecia y luego de diversas peripecias se instalaron en París. En Francia, con el tesón que lo caracterizaba, León Némirosky puso en orden sus finanzas, las encauso, reconstituyó su fortuna, la multiplicó por cien y diversificó sus inversiones, por lo que la vida dorada les seguiría sonriendo. Irene se matriculó en La Sorbona y obtuvo su licenciatura en Letras con honores, despertando en ella una vocación a tiempo completo y poco a poco le comenzarían a llegar los altos reconocimientos. León y Fanny llevaban la vida rutilante de los-grandes multimillonarios europeos: reuniones de negocios, veladas mundanas, suntuosos bailes, veraneos de lujo y con las estaciones abriendo y cerrando casas. Irene se casa con Michel Epstein, un miembro de su raza, apoderado de un importante Banco y quien desde un comienzo la apoya decididamente en sus aficiones. Al poco tiempo les nace Denise y unos años después Elisabeth, los encuentros con la abuela son distantes y protocolares. Tras una década marcada por un antisemitismo violento y en el contexto de la psicosis de guerra de 1939 muere León Némirosky, y Fanny e Irene heredan una inmensa fortuna. Fanny sigue estrechando sus relaciones con la buena sociedad francesa, rodeándose de personajes influyentes y tomando distancia con una comunidad a la que no siente suya, mientras Irene, pese a su notoriedad y haberse convertido al cristianismo, se desentiende de la amenaza eminente con el primer estatuto contra los judíos y no logra conseguir la nacionalidad francesa. Se produce la ocupación alemana y ,se promulga la ley sobre "los ciudadanos extranjeros de raza judía", esto es: arresto, confiscación de bienes y deportación.

COLOFÓN


Durante 1941 y comienzos de 1942 Irene Némirosky y su marido Michel sufren el oprobio de llevar prendidas la estrella amarilla, ella no se amilana y sigue escribiendo. Los judíos huyen, se guarecen y las familias espoleadas por el miedo se distancian. Irene es detenida el 13 de julio, cuatro días después deportada a Auschwitz y el 17 de agosto es asesinada. Michel, que ignora la suerte de su mujer, exige a las autoridades noticias sobre su paradero y toma disposiciones para intentar proteger a sus hijas menores, Denise y Elisabeth. Michel es arrestado el 14 de octubre, el 6 de noviembre es deportado a Auschwitz y ejecutado al llegar.

La fiel aya de Denise y Elisabeth comprende que los bienes de sus padres han sido confiscados y ya no hay dinero para sobornar-a nadie. En común acuerdo con la directora de la escuela municipal esconden a las niñas en un falso saliente de la capilla, por lo que a pesar de la búsqueda intensiva de los gendarmes no logran encontrarlas. Son concientes que la orden de captura y deportación que pesa sobre ellas se ha extendido por toda Francia. Con riesgo personal la aya tiene la presencia de ánimo de descoser la estrella amarilla de sus prendas y, a salto de mata, de escondite en escondite, cruzan clandestinamente el territorio, pasan varios meses en un convento, luego en sótanos en la región de Burdeos y después de prolongadas angustias se produce la liberación de Francia. Las niñas, ante la confirmación de las autoridades, pierden toda esperanza de volver a ver a sus padres. La aya las convence para emprender el camino de regreso y reunirse con su abuela Fanny.

Después de unas agotadoras jornadas en tren y una larguísima caminata desde la estación de Niza logran avistar, en medio de frondosos árboles, la imponente villa amurallada de la abuela Fanny. Dan un rodeo y al lado del portón jalan una cadena que hace sonar una campana. A través de una mirilla el guardián les hace saber que madame Némirosky no tiene familiares. La aya insiste y por toda respuesta se cierra la mirilla. La mujer se aferra a la campana y toca sin desmayo, no ceja en su empeño mientras las niñas aguardan desconcertadas. Después de un largo rato se oye del otro lado una voz indignada de mujer: "¡¿Qué pasa...Qué pasa?!". La aya reconoce la voz de madame Fanny y le hace saber que esta con sus nietas, que necesitan su ayuda. "¡¿Cómo...cómo?!" contesta exasperada, enervada, firme en el propósito de no abrir las puertas. Cuando la aya le confirmó que sus padres habían muerto, les respondió con mayor énfasis que si sus padres habían muerto deberían dirigirse a un orfanato.

Madame Fanny Némirosky murió a la edad de 102 años en su estupendo piso de la avenue President Wilson en París.



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