3 de julio de 2009

ESCRIBIR O NO ESCRIBIR: LA ALTERNATIVA DEL ARTISTA


Nota de redacción: Este artículo no ha sido escrito por el maestro Gabriel García Márquez, sino por Gonzalo Mariátegui. Se ha puesto la foto del autor de Cien años de soledad para que sirva de inspiración a los pretendientes a escritores.



Todo aspirante a escritor deberá dedicarse a escribir y pulir, luego continuará escribiendo y seguirá puliendo. Cuantas más veces, mejor. Deberá aprender a quitar los excesivos gerundios y adverbios, y también esos adjetivos que, aunque consagran a los poetas, son la ruina de los narradores. Al corregir se debe leer en voz alta, a la de manera de Flaubert: en la noche, en el balcón de su casa, con voz en cuello. Los excesos le salpicarán en la cara; no vacile, sin embargo, en descartarlas de inmediato. Como dijo el escritor ruso, Isaak Bábel: Mis cuentos comienzan como papel marrón, grueso, áspero y después de sucesivas versiones semejan a papel seda.


No soy catedrático de literatura. Y por lo que me confió mi amigo, el poeta Francisco Bendezú, aquello es una pérdida de tiempo. Tengo tres libros de cuentos y dos novelas publicadas. Estoy trabajando en mi tercera novela. No le he puesto fecha, porque tanto las novelas como los libros de cuentos le dicen a uno cuando están terminadas.


Cuando concluya un manuscrito que estime decente, sugiero que lo guarde en un cajón por unos seis meses, mínimo tres; después, léalo y verá que aún falta mucho que quitar y no poco que agregar. La escritura no es carrera de velocidad sino de resistencia. Escribir es, sin duda, la actividad más solitaria. Basta una celda, lápiz y papel. Sin embargo, pocos tienen el valor para aislarse del mundo y hundirse en su imaginación, sin ninguna garantía de lograr algo de calidad.


Y cuando por fin considere que ha escrito algo bueno que merece talar árboles para hacer papel, tal vez descubrirá que las casas editoriales no se interesan en publicarlo -lo cual sucede en la mayoría de los casos- entonces publique usted la obra. Es decir, pague usted la factura de la imprenta. ¿Que no tiene dinero? No es el único escritor pobre. No obstante, siempre existirán salidas del laberinto. Se me ocurre, estimado Minotauro, la venta de algún mueble, estilo Luis XV, heredado de la tía Prudencia y que ha estado varias generaciones en la familia. Una preventa también puede ayudar; depende, claro está, que tenga un montón de amigos. Ofrézcales uno o varios ejemplares a un precio más barato que en librerías. Otra posibilidad, remota por cierta, es conseguir el apoyo de algún ricachón, que se solidarice con usted -sea por amistad, parentesco o pena- y cargue con la factura. Si se niega con cortesía o se ríe en su cara, no importa, persista, siga buscando la salida. Llegará el día en que usted se mirará en el espejo y descubrirá un extraño. Verá la imagen de alguien con carácter. Es decir, el rostro de un escritor.


Si tiene cuero de escritor, no desistirá ante la adversidad. Si lo hace, tal vez le habrá negado a la literatura un magnífico libro; y, definitivamente, los únicos que estarán de fiesta serán los antiescritores, aquellos que están encaramados en las páginas culturales de los periódicos y cierran con cerrojo las puertas a todos aquellos que tienen talento.












1 comentario:

  1. Estimado Gonzalo ¡Qué inspirador su texto! Muchas veces he querido decir lo que usted ha dicho. En especial sobre aquellos que se llaman escritores, pero que en verdad son sólo figuras de cera hechas por las manos de algún crítico amigo.
    ¡Qué gusto ver reflejados en su texto los problemas de los escritores jóvenes! Me considero uno de ellos. Sólo hay que tener paciencia y trabajar en nuestros textos. Ellos nos diran cuando (aunque también sería agradable que nos dijeran donde je je).
    Jorge Casilla

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