2 de junio de 2013

GONZALO MARIÁTEGUI, NARRADOR EN EL MUNDO DE LA PINTURA

Adjuntamos la conceptuosa nota que el destacado poeta, crítico de literatura, maestro universitario, Winston Orrillo, ha escrito con motivo de la última novela de Gonzalo Mariátegui, El solar de los tres patios.


“El solar de los tres patios” confirma la calidad de narrador versátil de Gonzalo Mariátegui. Publicada en Ediciones Nocedal, 2012. Esta novela nos conduce, por el poco frecuentado, en la prosa de ficción peruana, mundo de las artes plásticas, que él conoce porque es, asimismo, catecúmeno de esta difícil –para sus colegas- especialidad.

Autor de una sostenida producción, que se transparenta en La virtud de Alexandra, (2003); Wenceslao; (2008); La cuerda floja, (1997); La escalera de caracol, (1998); y Los prójimos, (2000);: (estos tres últimos títulos son cuentos), a los que se añaden sus deliciosos Epigramas de un nómada,(2000), hemos constatado una maduración ostensible en el autor, que es abogado de profesión (por la Cuatricentenaria San Marcos).

La presente novela narra, desde adentro, el mundo –o mundillo, si quieren ustedes- de la pintura, con su parafernalia de autores, galeristas, coleccionistas, críticos de arte y, en general, intelectuales e intelectualoides.

Por momentos la obra se sustenta en el enfrentamiento raigal entre un joven creador auténtico y un viejo funcionario cultural, quien dirige la Escuela de Bellas Artes, la misma que utiliza para satisfacer sus frustraciones.

En el substrato de la narrativa y de la trama, que tiene algo muy ad usum, -que es la trama policial- se encuentran meditaciones sobre el destino del arte y los creadores, y su anhelo, perdurable, de eternidad, que se transparenta en las declaraciones del viejo y frustrado Director, quien acaba con la confesión de que todo lo que hacía era – Para perdurar. Mientras que el joven y genial artista replica: -¿Tanto ambiciona la eternidad?.

A lo que aquel responde: -Es lo único que hace tolerable mi existencia. El propósito de mi vida siempre ha sido destacar por encima de la mediocre humanidad. Primero lo intenté por mis propios medios y cuando me topé con el fracaso, decidí hacerlo por intermedio de otro. A lo que éste responde –Para ponerse por encima del prójimo. Y la respuesta no se hace esperar: -¡Yo no tengo prójimo! Nadie es mi igual. ¿Usted cree que con mi singular formación cultural, con los objetos de arte que ha visto en esta casa, puedo considerar prójimo a cualquier afilador de cuchillos o dentista?

El diálogo, en general, tiene parecidos quilates y es manejado con maestría por el autor, que entre descripciones minuciosas y referencias a obras inmortales de la pintura, sabe retratar el mundillo de los artistas plásticos y “sus miserias y adversidades”

Pleno de metáforas y analogías, el lenguaje del narrador, asimismo, desenvuelve un suspenso que hace la lectura no solo atractiva, sino, francamente, adictiva.

“El solar de los tres patios” es, en resumen una novela que se lee con placer y que, además, nos atrae por sus disquisiciones sobre el interior del mundo de la creación artística, que su autor, como pocos, domina y que le sirve para delinear personajes y situaciones que no solo están muy bien trazados, sino que destacan por su condición paradigmática.

Cada personaje está perfectamente caracterizado; y cada situación, asimismo, tiene su correlato en un in crescendo que nos lleva, de solución en solución, a un mundo que no se puede –ni debe- olvidar en la narrativa: el interés, la intriga, ese encanto que nos hace pedirle, a su autor, más producciones que, estamos seguros, tiene en proyecto –o en acto.

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